La piel de nuestros cuerpos nos cubre por completo, como una capa. Es el más sensible de nuestros órganos, nuestro primer medio de comunicación y nuestro protector más eficaz. Es el mayor órgano sensorial del cuerpo y su sentido, el tacto, es el primero que se desarrolla en el embrión humano.

Cuando el embrión mide menos de 3 cm y no llega a las seis semanas, un roce en el labio superior o en las aletas de la nariz causará que el cuello retroceda para alejarse de la fuente de estimulación. En esta etapa el embrión carece de ojos y oídos, sin embargo, su piel ya se encuentra muy desarrollada.

A las 9 semanas de gestación, si se le toca la palma el feto dobla los dedos, como si quisieran agarrar; a las 12 semanas de gestación, los dedos y el pulgar ya se cerrarán, pero esto no es nada comparable a la evolución que seguirá.

Al nacer, el recién nacido dispone de unos cincuenta receptores del tacto por centímetro cuadrado de piel, lo que hace unos cinco millones de receptores del tacto en total.

¿Dónde se concentran la mayoría de estos receptores táctiles?

Alrededor de la boca y en sus manos.

Sus manos y el tacto que recibe a través de ellas, le van a permitir conocer el mundo, conocer su cuerpo, experimentar y situarse.

Pero no sólo eso, sus manos y ese gesto tan común para un bebé como es llevarse las manos a la boca y chuparse el puño le permite conectar los receptores táctiles de la mano con los del perímetro bucal y le sirve para calmarse y autoregularse.

Además el bebé necesita tocar el pecho de la mamá mientras se alimenta, esto atestigua su realidad objetiva y le permite, como acto reflejo, estimular el reflejo de oxitocina en el pecho materno que ayudará a la salida de la leche.

Como podemos ver en estas y otras múltiples evidencias y estudios, poner manoplas a un bebé le anula el tacto, le impide experimentar, reconocer su cuerpo, succionar sus manos, descubrir el mundo..

¿Y entonces, por qué está tan extendido poner manoplas a un bebé?

El uso de manoplas está muy extendido como mecanismo para evitar que el bebé, sobre todo recién nacido, se arañe su carita.

Al nacer, los bebés tienen unas uñas muy picudas pero muy blanditas y aún pegadas a su piel. Esto provoca que al tocarse y mover sus manos pueda provocarse algunos arañazos.

¿Pasa algo si se araña, no se hace daño?

En realidad, no pasa nada si se araña, ya que son movimientos realizados por él y eso también forma parte de la experiencia del tacto y del conocimiento de las sensaciones y su propio cuerpo.

¿Qué podemos hacer para disminuir los arañazos?

Es útil limarle las uñas, durante el primer mes, con una lima suave, sobre todo limando las esquinas de las uñas, que permanecen más picudas. A partir del primer mes, podemos cortarle las uñas, cuidadosamente, con unas tijeras de punta roma o un cortauñas de bebé.

Vía: Cuidados y caricias.

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