La cesárea

En los últimos años, a pesar de las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las cesáreas han aumentado considerablemente en nuestro país.

Hay madres que desearían dar a luz de forma natural, saboreando cada instante de este acontecimiento y compartiéndolo con su pareja, que, sin embargo, tienen que dar a luz mediante cesárea por razones médicas. Pero, por otro lado, erróneamente, también hay mujeres que optan por esta forma de dar a luz, pues prefieren no sufrir el dolor del parto y programar el nacimiento del niño, o bien simplemente porque tienen miedo al parto.

Con el fin de ofrecer una ayuda a las madres, en este artículo, te explicamos en qué consiste la cesárea, todas las formas de proceder a la hora de realizar una cesárea, cómo recuperarse mejor y más fácilmente de la misma, y otros muchos más datos de interés.

Qué es la cesárea

El parto por cesárea es una intervención quirúrgica realizada sobre el útero de la mujer embarazada. Se practica en situaciones especiales para extraer al niño. No constituye una forma alternativa de dar a luz, sino una técnica a la que se recurre cuando el parto natural comporta un grave sufrimiento o un riesgo para la madre o para el pequeño.

Se trata de una intervención quirúrgica en toda regla y puede conllevar todas las consecuencias de una operación: dolor, herida, debilidad, doble cicatriz, riesgo de infección etc.

Contrariamente a cuanto piensan muchas mujeres, la cesárea no ahorra el sufrimiento. Todo lo que no se sufre antes de la intervención, se sufre después, debido a las molestias y a la debilidad que siguen a la operación.

Cuándo es necesario realizarla

La Organización Mundial de la Salud ofrece unas indicaciones precisas sobre el recurso a la cesárea. Ante todo, aconseja limitarla a un número comprendido entre el 15 y el 25% del total de los nacimientos. Asimismo, enumera todos los casos para los que este procedimiento no solo es aconsejable, sino también necesario. En particular, la cesárea se debe practicar cuando:

La futura madre presenta patologías serias y evidentes como, por ejemplo, una cardiopatía (enfermedad en el corazón).
El niño no se presenta, en el momento del trabajo del parto, en la posición adecuada (está en posición podálica o atravesado), sobre todo, si la madre es primeriza.
Se produce una distocia, es decir, una repentina e imprevisible interrupción del trabajo del parto.
El niño demasiado grande o la pelvis de la madre es demasiado pequeña.
El pequeño da muestras de sufrimiento agudo, como, por ejemplo, en caso de prolapso del cordón umbilical.
Se produce un desprendimiento de la placenta o la placenta es previa, es decir, está colocada en la salida del útero (en esta situación, al niño le resultaría imposible salir).
La mujer ya ha dado a luz anteriormente mediante cesárea. En este último caso, no obstante, existe una cierta discusión entre los expertos. La OMS aconseja valorar la situación y, cuando no existen complicaciones de ningún tipo, intentar el parto natural

No todos los momentos son adecuados

Si es programada, la semana en la que se va a realizar la cesárea se debe decidir con atención. No todos los días son iguales, teniendo en cuenta que el embarazo concluye alrededor de las 38 o 40 semanas.

Numerosos estudios sostienen que no es lo mismo efectuar una cesárea entre la semana 37 y 38 que entre la 39 y la 40. Un adelanto, aunque sea mínimo, respecto a los tiempos establecidos por la naturaleza puede hacer que el pequeño esté menos preparado para afrontar el nacimiento. El riesgo de que se manifieste algún problema respiratorio inmediamente después del parto puede aumentar.

Por consiguiente, existe un momento adecuado para todo, incluso para efectuar una cesárea, que no se puede programar “al azar”, en función de valoraciones de tipo “logistico”.

Existe una recomendación, tanto de la Organización Mundial de la Salud como de la Sociedad Americana de Ginecología y Obstetricia, que siempre hay que tener presente. Y es que, antes de planificar una cesárea, sería necesario esperar, como mínimo, al inicio del trabajo del parto. De este modo, se asegura que el embarazo ha llegado a su término y que el feto ha empezado a poner en marcha los mecanismos hormonales de adaptación, que predisponen a sus órganos vitales a afrontar el nacimiento.

Pero siempre deben de ser los ginecólogos los que se encarguen de esta decisión habiendo valorado cada caso minuciosamente.

Cuál es el procedimiento, paso a paso

Existen tres técnicas quirúrgicas que se utilizan para practicar la cesárea.

Tradicional. Se practica un corte justo por encima del vello del pubis, se incide sobre la pared uterina, se extrae el niño y la placenta, y se sutura.

Método Stark. Se realiza el corte justo sobre la línea imaginaria que une los huesos de la pelvis y se separan manualmente las capas musculares de la pared abdominal, hasta llegar al útero, que se abre con bisturí. A continuación, se extrae el niño y la placenta, y se sutura. La ventaja del método Stark es su rapidez, ya que dura un cuarto de hora aproximadamente, frente a los 45 minutos de la intervención tradicional. Además, la cicatriz que deja es más pequeña.

Una técnica mixta. Existe una técnica que se encuentra a medio camino entre la tradicional y el método Stark. Se realiza una incisión baja y después se procede del mismo modo que en el método Stark.

Tipos de anestesias utilizadas en la cesárea

Normalmente, el corte de la cesárea se realiza con anestesia local, en dos modalidades:

Espinal y raquídea. Se aplica en el espacio que hay entre dos vértebras lumbares (en la parte baja de la espalda). Se inyecta una mezcla especial, compuesta de anestésico y analgésico, que actúa en tan solo tres o cuatro minutos.
Epidural. La anestesia pasa a través de un fino tubo, que se introduce en la parte baja de la espalda. Este tipo de anestesia dura más que la espinal, pero también el tiempo que requiere para hacer efecto es mayor.
General. En situaciones de urgencia, puede recurrirse a la anestesia general. La ventaja de las anestesias epidural y espinal es que permiten a la madre estar consciente durante el nacimiento del niño.

Recuperación de la cesárea

Es normal que, tras la cesárea, puedan surgir algunos inconvenientes, aunque éstos desapareceran al cabo de pocos meses. Veamos cuáles son los trastornos más frecuentes que pueden aparecer después de dar a luz por cesárea.

El día después de la cesárea, la mujer puede sufrir molestias en la herida y en el abdomen, unido a una sensación de hinchazón y a una aerofagia. Asimismo, la mujer puede sufrir algún mareo, debido a la anestesia. El prurito y la molestia que la herida ocasiona son normales y no es necesario intervenir. En cuanto a la hinchazón, hace falta solo un poco de movimiento para que baje. Por ejemplo, dar algunos paseos después de comer.

Transcurrida una semana de la cesárea, puedes seguir notando hinchazón y cierto relajamiento de los tejidos abdominales. Sin embargo, es normal que la piel se deshidrate y tenga menos elasticidad, después de la pérdida de líquidos que se produce durante el parto. El mecanismo de la subida de la leche, además, hace coincidir en las glándulas mamarias muchos líquidos. Es importante practicar algunos ejercicios de gimnasia, sobre todo abdominales, con el fin de reactivar los músculos y recuperar el tono abdominal. Para que la piel quede más compacta, también se pueden utilizar cremas específicas reafirmantes. Además, intenta descansar lo máximo posible, bebe un litro y medio de agua al día y sigue una alimentación equilibrada.

Pasados unos meses de la cesárea, la cicatriz puede sobresalir aún ligeramente. Será como una señal que tiene un color distinto según el tipo de piel, y que va recuperando la sensibilidad. Para aplanar la cicatriz, puedes masajear la barriga cada día, desde el primer mes, con movimientos circulares, en un sentido y en otro.

Aunque cada mujer puede presentar síntomas totalmente diferentes, desde una recuperación muy rápida a una muy lenta, dependiendo del umbral del dolor de cada persona.

Texto: Andrea Díez y Mi bebé y yo.